La urbanización de los niños

Desde mi ventana puedo ver todo el patio de la urbanización. Hay un pequeño parque, casi diminuto, con un tobogán y un par de columpios, el todavía más diminuto jardín en el que se toma el sol (en cuanto hay tres toallas, ya no hay sitio) y más allá la piscina. El verano toca a su fin, prueba de ello es que ya han colocado las cubiertas bajas para piscinas, aunque esta seguirá abierta todavía hasta noviembre, supongo que porque el agua estará climatizada, algo que todavía tengo que confirmar.

Mientras miro la piscina tengo una sensación agridulce. Este verano apenas he podido usar la piscina de la urbanización porque ha sido ‘secuestrada’ por los niños. Cuando hablo de esto con mi mujer o con algún amigo me miran como si estuviera loco, y puede que tengan algo de razón. Pero es que, cuando se trata de bañarse, yo también soy como un niño.

Pasa igual en la playa. Cuando llegamos a una playa que me gusta, lo que me apetece realmente es ir directo al agua, sin tomar el sol ni instalar la sombrilla ni nada de nada. Como los niños que dicen: “papi, puedo ir ya al agua”, mientras el papá todo racional responde: “no hijo, tienes que hacer la digestión”. ¡Maldita digestión! ¿No es un mito eso del ‘corte de digestión’? Pero no me voy corriendo directamente a bañarme porque soy un adulto y tengo que comportarme como tal… Me pongo crema solar pacientemente, me tiro en la toalla y leo un novelón mientras por dentro solo puedo pensar en el agua…

Cuando llegamos a vivir aquí todavía estaban instaladas las cubiertas bajas para piscinas porque era horario de primavera. Lo de que la piscina tuviera cubierta me pareció interesante ya que es de las pocas urbanizaciones del barrio (la única que yo conozco) que la tiene. Eso supone ampliar el horario más allá del verano.

Lo que no sabía cuando llegué aquí es que en esta urbanización hay más de 1 niño por metro cuadrado. Y que si metes a todos los niños en la piscina a la vez no hay sitio suficiente. Así me he quedado yo este verano, enfurruñado como un niño pequeño porque los otros niños han dominado a placer la zona de baño. Pero planeo venganza, será para el verano que viene…

Tres desayunos perfectos para empezar el día

Un desayuno tradicional

Un ejemplo de desayuno tradicional de los que se llevan a cabo en muchos lugares de España es el que está formado por un vaso de café con leche o un cacao con leche la asturiana, una pieza de fruta y unas tostadas que pueden tener diferentes variaciones.

Aunque en algunos lugares es típico tomar las tostadas con mantequilla y mermelada, lo más sano es acompañarlas de un chorro de aceite de oliva virgen y un poco de tomate o de jamón, según el gusto. Incluso pueden untarse de ajo para disfrutar de todo lo bueno que aporta este producto.

Un desayuno típico de las nuevas generaciones

Las nuevas generaciones apuestan por otro tipo de desayunos que ya incluyen todo en una misma taza: leche, cereales y fruta. Pero hay que escapar de los cereales industriales que tienen demasiado azúcar en su composición y optar por otras variedades más sanas, como son los copos de maíz sin azúcar a los que se pueden añadir frutos rojos o el muesli.

El muesli se puede comprar ya mezclado o realizar cada persona su particular mezcla de cereales y frutas para empezar con mucha energía el día y mantenerse toda la mañana en forma.

Un desayuno para los que necesitan aporte extra de energía

Ahora está de moda el desayuno con mucha energía, especialmente para aquellos que tienen que realizar deporte y necesitan un aporte extra de calorías o para las personas que desayunan temprano y no tienen ocasión de volver a comer nada en muchas horas. Un ejemplo son aquellos que tienen jornada continuada en su trabajo, con un descanso que no les alcanza más que para tomar un café.

Estos desayunos incluyen café con leche y fruta, pero también productos más grasos que ayuden a proporcionar energía para poder aguantar hasta entrada la tarde: bacon, huevos revueltos o tortillas de atún son las opciones elegidas por los amantes de este tipo de dieta en la cual, la comida de la mañana es la más calórica de todo el día.

En cualquier caso, se recomienda desayunar fuerte pero tomar algo a media mañana y no dejar que el cuerpo esté más de tres horas sin ingerir alimentos. Esto es lo más saludable para el estómago y lo que ayuda a tener un peso saludable, siempre que se consuman cantidades razonables de comida de cada vez.