¿Hasta cuándo merece la pena asegurar un teléfono?

Cuando se compra un teléfono de gama media o de gama alta lo normal es asegurar movil, al menos con un seguro básico que cubra la ruptura de la pantalla y el robo del aparato. A partir de ahí, dependiendo del valor del teléfono, se pueden ampliar coberturas. Un teléfono de gama alta debe de tener un seguro completo mientras que uno de gama media-baja quizás no necesite tantas coberturas porque en caso de que haya un problema la pérdida no sería tan grande.

Pero, ¿hasta cuándo merece la pena asegurar un teléfono? Todo va a depender de dos factores importantes: el valor económico del teléfono y el valor que tenga para nosotros.

El valor económico del teléfono va a caer desde el momento mismo en el que lo compramos, pero irá en picado desde el momento en que salga al mercado un modelo superior. Para hacernos una idea de lo que cuesta actualmente nuestro teléfono podemos consultar las páginas de segunda mano para ver a qué precios se están vendiendo.

Es importante tener en cuenta que solo cuenta el precio al que realmente se venden y no lo que piden por ellos, ya que muchas veces el vendedor cree tener un teléfono de más valor de lo que el mercado considera. Una vez que se sepa el valor del teléfono y lo que cuesta el seguro se pueden poner ambos datos en la balanza para tomar una decisión.

Pero en esta decisión también influye el valor que el teléfono tenga para nosotros. Y no hablamos solo del valor sentimental, ya que si roban el teléfono no vamos a recuperarlo por el hecho de tenerlo asegurado, sino las posibilidades que podemos tener en este momento de comprar otro aparato.

Para valorar esto debemos de saber cuánto nos dará el seguro en caso de robo, ya que una vez que el teléfono tenga un tiempo no es habitual que nos repongan el aparato por otro. Conociendo estas condiciones podemos tomar la decisión adecuada.

Lo habitual es que el seguro del teléfono salga rentable los dos primeros años. A partir de esta fecha los teléfonos suelen considerarse viejos, aunque estén en perfecto estado y funcionen bien. Su valor de mercado es ya bajo, en muchos casos menos de la tercera parte de lo que costaron en su momento y deja de compensar el pagar el seguro anual.