La exposición 

Estábamos cardiacos, íbamos a ser nuestra primera exposición importante y no teníamos demasiada experiencia en la organización de esta clase de eventos. Pero cuando pusimos en marcha la galería sabíamos que este momento llegaría. Porque a la hora de organizar una exposición seria hay que cuadrar muchos elementos. No solo está la publicidad del evento, un aspecto decisivo para que la exposición tenga éxito, sino que hay que organizar el transporte y la colocación de las obras, además de diseñar un catálogo.

De esto último me encargué yo de forma prácticamente exclusiva. Mi socia, con más experiencia en cuestiones legales, ya tenía bastante trabajo con el todo el tema de los seguros vinculados al transporte de las obras, un verdadero galimatías desde mi punto de vista. Y como yo ya había trabajado en varios catálogos, me puse con ello. 

El problema a la hora de realizar un catálogo para una exposición es que hay que organizarlo con tiempo. No solo hay que escribir las reseñas y la información sobre las obras, sino que hay que dar tiempo a la imprenta para que pueda imprimir catalogos. De esta forma, se debe saber con mucho tiempo de antelación qué obras formarán parte de la exposición. Y no es tan sencillo cuando tienes que tratar con diversos artistas y cada uno tiene su ritmo de trabajo… y de contestación de emails. 

Así que al final se trata de una especie de prueba contrarreloj. Lo que fui haciendo fue adelantar todos los textos que podía en relación a la lista de obras que sí sabía que iban a ir seguro en la exposición e ir negociando con la imprenta. Por supuesto, la imprenta no puede imprimir catálogos hasta tener todo el material, pero ya teníamos todo listo. Finalmente, el catálogo quedó diseñado y llegó a tiempo para la inauguración.

No faltó un contratiempo, ya que uno de los pintores nos trajo una obra diferente a la acordada, pero todo eso lo aceptamos como parte de los fallos de una primera exposición. Para la próxima, seremos un poco más claros con los artistas…

Nuestro momento 

No nos dimos cuenta de la suerte que teníamos con la terraza hasta que llegó todo el tema del confinamiento. Hasta ese momento, la terraza era casi una especie de trastero en el que acumulábamos cosas que no entraban en otras zonas de la casa. Solo de vez en cuando la usábamos como zona de estar, pero debido a que el sol pega en la terraza en verano casi solo la disfrutábamos en invierno. 

Pero cuando no pudimos salir de casa, la terraza se transformó en nuestra ventana al mundo y fue así como empezamos a ver las posibilidades que realmente tenía. Y aunque ya empezamos a pensar en hacer una reforma, lo que primero necesitamos fue una simple sombrilla para poder disfrutar de este espacio en verano. Así que miramos sombrillas y soporte sombrilla terraza y nos hicimos con una por internet. 

Antes de que llegara la sombrilla, tuvimos que vaciar toda la terraza e ir colocando las cosas que teníamos en ella en otras partes de la casa. No fue tan sencillo porque teníamos muchos acumulado. Pero, cuando, por fin, la dejamos libre nos dimos cuenta del espacio que tenía, mucho mayor de lo que parecía al principio. Además de la sombrilla, también buscamos una mesa y unas sillas que estuvieran chulas. 

Eso fue el principio, pero después empezamos a pensar en otras ideas para adecentar la terraza. Pensamos que lo ideal sería crear dos espacios ya que había longitud suficiente. Por un lado, crear la zona donde la mesa, la sombrilla y el soporte sombrilla terraza y, por otro, un sofá para generar una zona tipo chill-out, más nocturna. 

Desde luego que todos estos cambios en la terraza tenían un coste, pero una de las conclusiones que hemos sacado de estos últimos tiempos es que la casa debe cuidarse porque es el refugio que nos queda. Es en la casa donde pasamos muchos momentos y donde nos sentimos más seguros. Pero, además, también debe ser un espacio alegre para disfrutar: y nuestra terraza es ahora, sin duda, el espacio más festivo de nuestra casa.