El lavaplatos 

A veces tengo la sensación de que paso mucho tiempo en casa. Soy autónomo y mi oficina está en mi hogar. Solo dos o tres veces por semana trabajo fuera unas horas, pero generalmente mi distancia a mi puesto de trabajo es de 10 metros: de la cama al despacho. Por supuesto, esta forma de trabajar tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Resulta mucho más difícil separar vida cotidiana del trabajo. Ya resulta a veces difícil no llevarse los problemas al trabajo (o viceversa) trabajando en una oficina, como para que no suceda haciéndolo en casa.

Últimamente me encuentro un poco alterado por diversos problemas logísticos en casa. Para empezar, hemos tenido un problema con el lavavajillas. Debo decir que para mí este electrodoméstico nunca había sido algo esencial. En casa de mis padres hubo lavavajillas desde muy pronto y mi madre apenas lo usaba. Nunca supe por qué (la próxima vez que la vea se lo pregunto) pero el caso es que yo asumí que era mejor no usarlo.

Así que en las primeras casas en las que viví, aunque tuviesen Lavavajillas baratos, no lo usaba. Creo que en la primera casa de alquiler en la que viví que ya tenía lavavajillas no se puso nunca. Lo lavaba a mano y tan feliz. Pero todo cambió con la llegada de un nuevo miembro a la familia. Se ensucia el triple de vajilla al día y el tiempo es oro… como para gastar 20 minutos fregando cuando lo puede hacer una máquina por ti, ¿no?

Así las cosas, llevo tres años sin fregar casi un plato… hasta que el lavavajillas dijo basta. Y me entró ansiedad. ¿Y ahora qué hago yo? Cómo voy a volver a someter a mis preciados dedos al estrés de frotar cuchillos y ollas. Pues no me ha quedado otra opción mientras se analiza el aparato y buscamos Lavavajillas baratos.

Que como casi siempre estoy en casa todo este tipo de actividades recaen en mí. Pero no me queda otra que ponerme en modo ama de casa y gestionar el hogar de la mejor forma que puedo… incluso volviendo a lavar platos si hay que hacerlo.

Alimentos con lactosa oculta

Las personas con intolerancia a la lactosa no solo deben de abstenerse del consumo de lácteos que no lleven la etiqueta “sin lactosa” sino que deben tener mucho cuidado con otros productos que llevan derivados de la lactosa que se utilizan para muchos fines que ni siquiera imaginamos.

Una de las propiedades de la lactosa es que aporta cremosidad, lo que hace que se utilice en productos instantáneos para disolver en el agua: café soluble, cacao, sopas instantáneas… en muchos casos, estos productos llevan lactosa entre sus componentes y los intolerantes ni siquiera piensan en leer la etiqueta ya que creen que están libres de riesgos al ser productos sin lácteos.

También se emplea la lactosa como aliño para carnes ya que ayuda a eliminar el mal sabor de otros productos que se utilizan para que el producto cárnico tenga un mejor aspecto o la carne se vea más ligada. Es el caso de embutidos como el jamón cocido, que podríamos creer que en ningún caso tendría lactosa, pero sí puede contenerla. También la encontramos en muchas hamburguesas preparadas.

Como la lactosa tiene un gusto dulce, es frecuente utilizarla también para mejorar el sabor de algunos alimentos, por lo que está incluso en las patatas fritas de paquete de algunas marcas. También está presente en los medicamentos, siendo uno de los excipientes utilizados con más frecuencia.

Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que no se consume lactosa oculta en los alimentos? Para empezar, porque no está oculta realmente. Está oculta aparentemente, ya que una persona sin experiencia no busca lactosa en un producto que en teoría no lleva leche. Sin embargo, sí tiene que figurar en la lista de ingredientes y, además, hacerlo en negrita para que sea evidente su presencia, como sucede con otros productos que causan alergias.

Por tanto, el intolerante a la lactosa debe de acostumbrarse a leer cuidadosamente todas las etiquetas y, a no ser que el producto ponga claramente especificado “Sin Lactosa”, buscar por si pudiera contenerla. Aunque al principio esto puede resultar un poco complicado, con el paso del tiempo es mucho más fácil ya que se irá quedando con las marcas que puede consumir y con las que no.

En cuanto a los lácteos sin lactosa hay que tener en cuenta que se consiguen agregando lactasa a la leche. Y como hay diferentes grados de intolerancia y siempre puede haber una pequeñísima cantidad de lactosa residual, no siempre sientan igual de bien, por lo que hay que tomar nota de aquellos que han producido reacciones y no repetir.