El vendedor

No pude heredar la habilidad de mi padre para vender. Lo suyo no sé si fue algo innato o que surgió por necesidad, pero con los años se convirtió en el mejor vendedor de su empresa. Sus primeros trabajos, no obstante, no tuvieron nada que ver con las ventas. Empezó como vendimiador y pasó a la construcción. Eran otros tiempos en los que poder dedicar la juventud a estudiar estaba al alcance de muy poca gente. En cuanto una persona tenía el desarrollo suficiente para trabajar (o incluso antes) se ponía a ello: había que comer.

Pero los tiempos cambiaron, mi padre tuvo un accidente en un andamio y tuvo que cambiar de trabajo: entró en una empresa que vendía libros a particulares, de ‘casa en casa’ como se hacía antes. Como digo, no tuvo ninguna formación en ventas ni la empresa le proporcionó ningún argumentario de ventas ejemplo, esas cosas no se llevaban en su época. Su destreza para vender surgió de la necesidad de trabajar y de su innata habilidad social.

Como se suele decir, era capaz de vender hielo a un esquimal. Y yo lo pude comprobar muchos años después. Al terminar mi carrera (en mi sí época estudiábamos todos, por inercia) pasé un verano con su equipo iniciándome en el negocio. Aunque no estaba muy convencido, mi padre me animó a, al menos, probar si me gustaba. Además, y tenía razón, no podía dar la espalda a ese trabajo porque siempre sería una posibilidad en caso de que me fuera mal por otros caminos.

No es que me fuera muy bien por esos otros caminos, pero de seguro que aquel no era el mío. Y yo sí tenía argumentario de ventas ejemplo que la empresa de mi padre ya repartía entre los vendedores aprendices. Tenía todo tipo de instrumentos de venta, recibí un par de cursos de formación y demás, pero no, lo mío no era vender ni hielo ni cañas de pescar a un esquimal. No creo que ni pudiese venderle agua a un sediento.  Definitivamente, hay cosas que no se heredan.

¿Qué nos aportan los huevos?

Los huevos son uno de los alimentos más consumidos por el hombre y lo hacemos de muchos y muy variados modos. Los comemos incluso crudos, cuando son huevos de casa y previo lavado de la cáscara. Fritos son uno de los manjares más deliciosos de nuestra gastronomía, cocidos acompañan a muchos platos, pasados por agua forman parte del desayuno de muchas mesas… y todo esto sin hablar de las deliciosas tortillas y revueltos.

Pero, ¿es un alimento tan sano como creemos? Para responder a esto tenemos que conocer la composicion nutricional del huevo. Un huevo contiene agua en un 63% y además un 12,5% de proteínas y un 11% de ácidos grasos monoinsaturados. A mayores encontramos yodo, fósforo, selenio, vitamina B12, riboflavina, niacina, vitamina A, vitamina D y folatos. Un huevo de tamaño mediano tiene aproximadamente 85 calorías.

Muchos dicen que los huevos hay que consumirlos con moderación por la gran cantidad de ácidos grasos que contienen, pero lo bueno de este alimento es que todos los lípidos están concentrados en la yema mientras que la clara es proteína pura. Gracias a esto, es muy fácil controlar el consumo excesivo de grasa sin tener que renunciar a los huevos.

Por ejemplo, si se quiere tomar una tortilla al desayuno, se puede usar un huevo entero y añadir tantas claras como se desee para que el tamaño de la tortilla sea grande. Si se le añaden elementos como un poco de jamón dulce bajo en calorías se tendrá un plato muy ligero, equilibrado y muy saciante, por lo que es muy adecuado para comenzar el día.

Ahora sabemos que los huevos no causan colesterol, aunque si se sufre de este problema es preferible no abusar de su ingesta. Por eso, una persona sana puede consumir cuatro o cinco huevos enteros a la semana sin problema y tantas claras como desee. Incluso hay quién todos los días consume un huevo al desayuno y no tienen ningún tipo de problemas si lleva por el resto una dieta equilibrada.

La clara del huevo, gracias a su contenido en proteínas tan elevado, es un alimento muy consumido por deportistas que ven como de esta manera pueden elevar su ingesta de proteínas sin tener que tomar suplementos y sin tener que consumir alimentos que les aporten calorías. Estas claras se pueden tomar crudas, preparadas como si fuera tortilla o incluso en punto de nieve y tostadas al horno con un poco de edulcorante a modo de galletitas proteínicas.