El vendedor

No pude heredar la habilidad de mi padre para vender. Lo suyo no sé si fue algo innato o que surgió por necesidad, pero con los años se convirtió en el mejor vendedor de su empresa. Sus primeros trabajos, no obstante, no tuvieron nada que ver con las ventas. Empezó como vendimiador y pasó a la construcción. Eran otros tiempos en los que poder dedicar la juventud a estudiar estaba al alcance de muy poca gente. En cuanto una persona tenía el desarrollo suficiente para trabajar (o incluso antes) se ponía a ello: había que comer.

Pero los tiempos cambiaron, mi padre tuvo un accidente en un andamio y tuvo que cambiar de trabajo: entró en una empresa que vendía libros a particulares, de ‘casa en casa’ como se hacía antes. Como digo, no tuvo ninguna formación en ventas ni la empresa le proporcionó ningún argumentario de ventas ejemplo, esas cosas no se llevaban en su época. Su destreza para vender surgió de la necesidad de trabajar y de su innata habilidad social.

Como se suele decir, era capaz de vender hielo a un esquimal. Y yo lo pude comprobar muchos años después. Al terminar mi carrera (en mi sí época estudiábamos todos, por inercia) pasé un verano con su equipo iniciándome en el negocio. Aunque no estaba muy convencido, mi padre me animó a, al menos, probar si me gustaba. Además, y tenía razón, no podía dar la espalda a ese trabajo porque siempre sería una posibilidad en caso de que me fuera mal por otros caminos.

No es que me fuera muy bien por esos otros caminos, pero de seguro que aquel no era el mío. Y yo sí tenía argumentario de ventas ejemplo que la empresa de mi padre ya repartía entre los vendedores aprendices. Tenía todo tipo de instrumentos de venta, recibí un par de cursos de formación y demás, pero no, lo mío no era vender ni hielo ni cañas de pescar a un esquimal. No creo que ni pudiese venderle agua a un sediento.  Definitivamente, hay cosas que no se heredan.