Las construcciones sostenibles se impondrán en los próximos años, y una forma de lograrlas consiste en utilizar revestimientos con productos rústicos decorativos, como la madera, las fibras y arcillas naturales o las pinturas de pigmentos vegetales.
La pizarra, caliza y otras piedras naturales, en particular, aumenta las propiedades aislantes del inmueble y optimiza su capacidad para retener el calor y mantener una temperatura equilibrada. Gracias a su escasa porosidad, además, previene activamente la acumulación de humedades.
Por su parte, los paneles de maderas como el roble, la caoba, el cerezo o el pino garantiza un recubrimiento eficaz de paredes y tabiques. Pintado o barnizado, transmite una estética cálida y acogedora, compatible con toda clase de construcciones. A diferencia de la piedra, es muy inflamable y debe tratarse periódicamente para aumentar su vida útil y preservarse de los ataques de termiteros.
En cambio, los morteros de silicato son ignífugas y ayudan a salvaguardar la estructura de edificios en caso de incendio. También pueden resistir las adversidades climáticas sin que el salitre o los hondos puedan deteriorarlos. Este revestimiento está disponible en distintos acabados.
Una alternativa es el recubrimiento de fibras vegetales como el cáñamo, el yute o el esparto. Cierto es que son inflamables, vulnerables a la acción de insectos y que la visibilidad de sus juntas no gusta a todos los propietarios. Pero aportan un toque artesanal y rústico, compatible con decoraciones clásicas, orgánicas o étnicas.
Más antiguo si cabe es el revestimiento de arcilla natural, de precio asequible y totalmente reutilizable. Siendo un aislante tan eficaz, las paredes recubiertas con este material reducen la transferencia térmica de manera notable.
Con las pinturas vegetales, es posible revestir grandes superficies de forma rápida y barata, en multitud de colores y acabados. La ausencia de aditivos tóxicos en este producto es beneficioso para el usuario y el medio ambiente.