Mi apartamento turístico 

Hace unos años murió mi abuela y heredé un pequeño piso tipo apartamento. Era de los años 70 y apenas tenía reformas. Mi abuelo tenía varias propiedades en la ciudad y dejó algunas de ellos a los nietos. A mí me tocó este piso. Siempre tuve buena relación con ella pero, la verdad, no esperaba recibir algo así en la herencia. Al principio no supe qué hacer con él porque me daba mucha pereza ponerlo en alquiler. 

Tenía algún conocido con pisos en alquiler y siempre me estaban dando la tabarra con sus problemas con los inquilinos y yo no tenía ganas de meterme en eso… pero algo había que hacer con el piso. Otra opción era rentabilizarlo como apartamento turístico, tal y como hacen ahora muchos arrendadores. Pero para ello había que hacer una gran reforma en el piso que iba a conllevar bastante gasto.

Desde la calefacción que llevaba sin funcionar décadas hasta el baño que urgía un cambio radical la casa exigía cambios para adaptarse a los nuevos tiempos y que los clientes mostrasen interés en ello. Una vez hechos los cálculos comprobé que, a pesar del esfuerzo, podría suponer recuperar la inversión en poco tiempo así que me puse con ello: compré accesorios de calefacción baratos, pedí presupuestos para reformas y pasé una temporada en tiendas de muebles. 

Por falta de tiempo, el ritmo de las obras en el piso fue mucho más lento del esperado. Los asuntos de palacio van despacio y los de las reformas más, pero quería todo bien de una vez: no tener que, tras la visita de los primeros clientes, volver a cerrar el piso “ganándome” críticas negativas. Lo más complicado y costoso fue lo de la calefacción pese a comprar accesorios de calefacción baratos que vinieron muy bien. Tuvieron que cambiar toda la instalación y se gastó más dinero del contemplado inicialmente pero finalmente dimos con la tecla. 

Después de casi un año de obras aquí y allá puse el apartamento en la web… y fue un éxito. Y, por el momento, no he tenido problemas con los clientes.