Cómo elegir un seguro médico para embarazadas

Pese al decrecimiento de la natalidad, las gestantes continúan siendo un público de interés para el sector asegurador español. Por esta razón, la mayor parte de las compañías de seguros cuentan con planes adaptados a las necesidades de este público.

 

Contratar el mejor seguro medico embarazadas es posible con aseguradoras como Generali, Ocaso, Mapfre o Pelayo. Sin embargo, sus productos difieren en algo más que la ‘etiqueta’ del precio. Para acertar en su elección, se recomienda atender a los siguientes criterios:

 

Coberturas indispensables

 

Es frecuente que los productos low cost de aseguradoras de baja calidad excluyan determinadas coberturas, pese a comprender pruebas y revisiones médicas esenciales. Por tanto, los consumidores deben cerciorarse de que no falten las básicas: los test y diagnósticos de fertilidad, las ecografías, el seguimiento médico especializado por parte de obstetras y matronas, la asistencia psicológica y la preparación física para dar a luz, etcétera.

 

Además, se recomienda revisar la presencia de coberturas indispensables durante el parto, como la hospitalización, la anestesia epidural, los cuidados postparto o la recuperación de suelo pélvico, entre otros.

 

Modalidades de póliza de salud

 

A grandes rasgos, las pólizas de seguro para embarazadas se dividen en tres modalidades (con copago y sin copago), y los futuros clientes deben familiarizarse con las características de cada servicio. En primer lugar, los seguros con copago exige, por parte de la asegurada, la compartición del coste de ciertas coberturas y garantías; en otras palabras, su precio no será asumido íntegramente por la compañía de seguros.

 

En las pólizas sin copago, por su parte, la compañía abone el 100% del coste de todas las garantías detalladas en el contrato. Pese a ser las pólizas de mayor cuantía, ofrecen una cobertura sin límites, para tranquilidad de las aseguradas.

 

Periodo de carencia

 

En cualquier póliza de seguro, el periodo de carencia alude al número de días o meses que la compañía no responde ante determinadas urgencias o necesidades. Su duración se estipula en el contrato y varía de una aseguradora a otra. Las asistencias vinculadas al parto, por ejemplo, podría tener un periodo de carencia de 3-6 meses, con lo cual es importante contratar estas pólizas con suficiente antelación.